Retro Terror
The Crow: La venganza es un plato que se sirve bien frío.
Por Esteban Raymundo González Sánchez
Después de Batman, película dirigida por Tim Burton en 1989, las producciones en los años noventa, inspiradas en cómics, quedaron subordinadas a criterios menos artísticos y más rentables: el humor sustituyó al drama y la saturación de colores desplazó a la oscuridad. La década parecía pérdida para los cinéfilos más exigentes. Por suerte, apareció The Crow (Alex Proyas, 1994). Lo anterior sirve de pretexto para abordar la más reciente polémica: el anunciado reboot, ahora interpretado por Bill Skarsgard.
The Crow de Alex Proyas, está basado en la historieta homónima de James O’Barr, publicada por Caliber Press en 1989. El autor estadounidense abrevó de la frustración y el dolor, emociones persistentes tras la muerte de su prometida en un accidente. Lidiar con su tragedia personal y desgracias ajenas, como la noticia del asesinato de una pareja asaltada en Detroit, parecía cada vez más difícil. Para encauzar su furia, creó una historia de venganza pura: The Crow.
Eric Draven (Brandon Lee) personifica a Némesis, divinidad griega de la retribución. No se trata de un héroe que siga códigos o reglas: Draven regresó del otro mundo para ajustar cuentas, atribuyéndose el papel de juez, jurado y verdugo. Los delincuentes que le hicieron daño, tenían que pagar. A veces, solo en ciertas ocasiones, la muerte permite el cobro de facturas pendientes.
La primera secuencia, rasante vuelo nocturno, reproduce el Infierno de Dante, descrito en los grabados de Gustave Doré. Quizá muchos espectadores de mi generación, experimentaron la misma sacudida al presenciar una ciudad consumida por las llamas en la Noche del Diablo, disturbios callejeros retomados por O’Barr: días previos al Halloween de 1984, más de 800 incendios fueron provocados en distintos puntos de Detroit. Sí, la Noche del Diablo ocurrió en realidad.
Atravesamos un ventanal destrozado para irrumpir en el ático del músico Eric Draven y su novia Shelly. Acompañamos a la policía en el levantamiento de evidencias y traslado de la prometida de Draven en ambulancia. Ella morirá en cuidados intensivos, después de experimentar horas de sufrimiento. Él fue herido y arrojado al vacío.
Este es el momento oportuno para hablar un poco de Brandon Lee y aclarar especulaciones en torno a su muerte: Proyas, director debutante en la industria cinematográfica, pensó en Johnny Deep y River Phoenix para protagonizar la película. Sin embargo, después de observar las habilidades físicas de Brandon en Rapid Fire (Dwight H. Little, 1992), terminó contratándolo.
James O’Barr expresó inconformidad por la elección, temía que el proyecto acabara en una cinta de artes marciales con la inclusión del joven actor. Brandon conversó con él y prometió respetar la esencia del personaje. Confirmamos este compromiso en su interpretación: aprovechó el lado siniestro de Draven, experimentó con la teatralidad y el humor negro, y empleó distintos recursos para escenas de acción y coreografías. Construyó un justiciero taciturno e inestable, características que fascinaron al público. Aparentemente, bajo ciertas circunstancias, vengarse era aceptable.
Llegó el día de filmar la muerte de Draven. No estaba planeado utilizar armas de fuego, fue una decisión de último minuto del director. Informaron a Brandon del cambio y decidió trabajar sin chaleco antibalas. El staff no contaba con un especialista, así que un auxiliar se encargó de preparar las balas de fogueo. Debido a su inexperiencia, dejó un proyectil con detonador en la pistola de Michael Masee (Funboy), quien no tenía indicación para disparar. Lo hizo e hirió en el abdomen a Brandon. El 31 de marzo de 1993, Brandon Lee murió a los 28 años en el quirófano.
¿Filmaron el accidente? Sí, esos minutos de metraje se presentaron como evidencia en el proceso posterior y destruidos finalizado el juicio. El rumor que se usó esta secuencia en la película resultó una leyenda urbana.
Alex Proyas y el reparto no querían continuar con la película, pero la familia de Brandon y su novia insistieron en acabarla. Afortunadamente ya existía la tecnología para terminar las escenas inconclusas: editaron el regreso de Draven al edificio y sustituyeron digitalmente el rostro de un doble para filmar el nacimiento del justiciero.
Ahora, continuemos con la inquietante atmósfera. Excepto por algunos momentos, predomina la nocturnidad, escuchamos el insistente sonido de la lluvia, nos abruma el denso vapor de extractores y emanaciones subterráneas. La oscuridad enclaustra viejas construcciones, calles solitarias y catedrales góticas. La influencia del expresionismo alemán en el director es evidente: penumbra, dramatismo y distorsión de la realidad. Atrevida propuesta visual, comparándola con producciones dirigidas por Warren Beatty, Joel Schumacher o Chuck Russell.
Transcurrido un año de la tragedia, “Magic” – así se llamaba uno de los cinco cuervos entrenados – volvió por Draven. El cuervo era un ave sagrada en los mitos escandinavos y en la tradición japonesa transportaba las almas. En un principio, este papel de mensajero sobrenatural, sería representado por Skull Cowboy, interpretado por Michael Berryman. Sin embargo, Proyas suprimió todas las escenas en que aparecía. Buenas noticias para los cuervos, malas noticias para el actor de The Hills Have Eyes (Wes Craven, 1977).
Así como los cuervos eran admirados en otras culturas, los gatos fueron venerados como animales espirituales en el antiguo Egipto. Los gatos cuentan con extraordinarios sentidos naturales: escuchan sonidos imperceptibles y detectan el más mínimo movimiento en la oscuridad. Estas cualidades, contribuyeron en la creencia que perciben fantasmas. La presencia del gato adquiere un significado místico, cuando Draven entra al piso abandonado: “Gabriel” no solo es la primera criatura de este mundo en recibirlo, también el único que podía verlo todo el tiempo.
Draven pasó de la confusión inicial, consecuencia de su retorno, a la cólera ciega: cada hallazgo contenía fragmentos fosilizados del salvajismo de T-Bird (David Patrick Kelly) y sus secuaces. Revivió el brutal atraco, traumatizándolo nuevamente. Maquilló su rostro para borrar cualquier resabio humano y vistió el negro del ejecutor. Solo tenía una idea en mente, vengarse.
The Crow anticipó el arribo de justicieros implacables y dudosa solvencia moral, como Punisher o Spawn: Draven no solo cobró deudas atrasadas, también se aseguró que fueran pagadas de la forma más dolorosa posible. No pretendía purificar mediante la contrición: era verdugo, no inquisidor. Al firmar cada ejecución, advertía a las cloacas que no interfirieran.
Además de la icónica explosión de la casa de empeño, otra secuencia memorable será el duelo entre Draven y Top Dollar (Michael Wincott), mafioso deprimido, convencido que su legado había terminado formando parte del sistema. Aborrecía que ya nadie tomara en serio la Noche del Diablo, cuando su propósito era adelantar el Apocalipsis. Nostálgico de la anarquía y el caos, solo anhelaba divertirse como antes. Terminará empalado en una gárgola. Consumación poética de la venganza de Draven: las gárgolas son custodios de las iglesias y terror de los pecadores. ¿Puede haber un final más gótico que este?
The Crow influyó en toda una generación y visibilizó el movimiento gótico de los años setenta y ochenta, jóvenes que adoptaron la estética punk como base, reinventándola con elementos macabros, bisutería y accesorios decadentistas, vestimenta negra, púrpura o escarlata y botas negras de plataforma con hebillas. El sombrío look de Glenn Danzing, Peter Murphy, Siouxie Sioux y Roberth Smith marcaron tendencia en el estilo oscuro.
En la década de los noventa, algunos amigos muy cercanos se autodefinieron como “darks”, una de las vertientes del gótico. Ellos se distinguían por utilizar abrigos o gabardinas, camisas o atléticas negras sin estampados, pantalones cargo y calzado industrial. No lo hacían por moda, eran auténticos exploradores nocturnos. Ávidos lectores, no solo estaban interesados en la literatura del siglo XIX, también en autores como el Marqués de Sade, George Bataille, Guillaume Apollinaire y los Poetas Malditos. Entusiastas del cine de terror, viejos castillos y la música de Depeche Mode, Nine Inch Nails y Joey Division, parte de su historia quedó vinculada a The Crow.
La generación MTV, revaloró películas como A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971), Evil Dead (Sam Raimi, 1981) y Blade Runner (Ridley Scott, 1982), exhibidas en un número limitado de cines. Solo eran apreciadas en ciertos círculos marginales y recomendadas por revistas especializadas, transformándose en cintas de culto: producciones disruptivas, poco convencionales, o incluso muy malas, reivindicadas por grupos de fieles seguidores, apartados del mainstream.
Esto sucedió con The Crow, no solo continuó con la estética propuesta por Tim Burton, ganó un lugar en el cine de culto e inmortalizó a Brandon Lee. Personalmente, no tengo nada en contra de los remakes, reebots, secuelas y precuelas de películas de finales del siglo pasado, pero seamos sinceros: la mayoría quedaron por debajo de las expectativas. Sin embargo, considero todas estas readaptaciones como homenajes al cine de generaciones anteriores. Por ejemplo, en el caso particular del cine de horror, es satisfactorio que Jason Voorhees, Michael Myers y Freddy Krueger, acabaran integrándose a la cultura popular del siglo XXI.
Ahora bien, Bill Skarsgard fue una buena elección, cuenta con un amplio rango actoral y en el tráiler destaca su preparación física. Tampoco causaron preocupación los guionistas: Zach Baylin fue nominado al Oscar Mejor Guión Original por King Richard (2022) y William Schneider coescribió Return to Silent Hill, esperada continuación de la franquicia, nuevamente bajo el control de Christopher Gans (Silent Hill, 2006). Pero con las primeras pistas del reboot, las dudas han recaído en las decisiones del director Rupert Sanders (Snow White and The Huntsman en 2012 y Ghost in The Shell en 2017).
Las fotografías revelándonos el look de Skarsgard, inspirado en el cómic Wild Justice (1996), póster y tráiler de la película, provocaron críticas, opiniones divididas y escepticismo en redes y Youtube. Todos coincidieron que la reinterpretación de Sanders, anticipa una película con guiños al gore y muy violenta. ¿Esto será suficiente para igualar la atmósfera envolvente y gótica en The Crow de 1994? No lo sé. Tendremos que esperar hasta el estreno en junio para responder esa pregunta.
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Nota: Este artículo no es un estudio histórico ni sociológico del movimiento gótico. Si te interesa abundar más en el tema, puedes consultar “La escena gótica en la Ciudad de México” de Ulises Martínez Chiprés y “¿Quiénes son los góticos?” de Christian Chavero López.