Retro Terror
Terrifier 3, horror en bucle.
Por Esteban Raymundo González
La reciente entrega de Terrifier, dejará muy satisfechos a los fans de la saga y admiradores del despiadado y sádico Art; sin embargo, pienso que la franquicia entró en rizo – escenario previsible en películas gore y slasher – y quisiera hacer algunas apreciaciones al respecto [sin spoilers]. Así que, como dijera Jack the Ripper, vamos por partes.
Terrifier 3 se exhibió internacionalmente en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña de Sitges. El filme de Damien Leone, director y guionista de los cortometrajes y películas que integran el canon de Terrifier, consiguió el impacto esperado en el público, tanto que Rotten Tomatoes la valoró con un 88% de aceptación. Una de las críticas destacó: “Lo que vinimos a ver, y lo que ha jaleado en el Auditori del Festival de Sitges, son las muertes más salvajemente originales que se puedan llevar a cabo con un buen maquillaje, prótesis realistas y litros y litros de hemoglobina falsa. Hemos pedido, y se nos ha dado”.
Los comentarios positivos se multiplicaron, así que comencé a seguir toda la información proveniente de Sitges, tropecé con algunos adelantos filtrados en YouTube y, finalmente, encontré una versión en inglés, subtitulada en ruso, para confirmar si Terrifier 3 había superado las expectativas generadas. Al terminar de verla, debo decir que, si bien mantiene el nivel enfermizo y estética vintage, la película se vuelve repetitiva y predecible.
Desde sus primeras apariciones en los cortometrajes The 9th Circle (2008) y Terrifier (2011), ambos retomados por Leone para All Hallow’s Eve (2013), Art contaba con características suficientes para convertirse en un ícono del cine de terror, a la altura de Michael Myers, Jason Voorhes, o Freddy Krueger. El realizador estadounidense se dio cuenta del potencial de su personaje y decidió desarrollarlo más, creando a su alrededor una apresurada mitología.
Retrocedamos hasta 2016, fecha en que se estrena Terrifier – largometraje de 82 minutos, financiado con un presupuesto de 35 mil dólares y distribuido por Dread Central –. La película inicia con una entrevista a Victoria Heyes, única sobreviviente de la masacre del Condado de Miles, terriblemente mutilada por su atacante. Al final de la transmisión, Mónica Brown, conductora del programa, expresa una serie de comentarios denigrantes en contra de la invitada, ignora que pagará muy caro su falta de empatía.
Después de esta introducción, observamos a Art, maquillándose. Aquí una primera apreciación: Art no es un payaso, es un mimo. Los payasos son coloridos y parlanchines, los mimos monocromáticos y silenciosos. La incomodidad que provocan unos y otros, se debe al anonimato que trae consigo el maquillaje y la esencia traviesa e impredecible de los bromistas.
Art – interpretado desde 2011 por David Howard Thorntorn – no solo causa grima con su presencia, también alarma e inquieta. El siniestro personaje pasa inadvertido en vísperas de Halloween. Su personalidad inestable y escatológica, se manifiesta en la secuencia de la pizzería: Art acosa en silencio a un par de juerguistas (Tara y Dawn) y termina lanzado del restaurante por “grafitear” los sanitarios con excremento.
Segunda apreciación: Leone satura sus películas con secreciones, fluidos y deyecciones ad nauseam – nunca mejor usado el latinajo –. Todo se construye en torno a la repulsión y el morbo. Esto no demerita la película, al contrario; Leone se atrevió a llevar al cine comercial, un filme de bajo presupuesto con un provocador e irreverente enfoque underground.
Regresemos a Terrifier: presenciamos boquiabiertos, la brutal carnicería en la cocina del restaurante – inspirada en 100 Tears (Markus Koch, 2007) –. A partir de ese momento, Art presume su retorcido humor y creatividad para torturar, infringir dolor y regodearse con la destrucción de sus víctimas. Al final, Art se vuela los sesos, antes de ser detenido por la policía. Esta primera parte cierra con un clásico cliffhanger en la morgue.
Terrifier funcionó porque recuperó la propuesta estilística del giallo italiano y el discurso transgresor del gore y el slasher. Todo un homenaje al Grand Guignol y la obra de Hershell Gordon Lewis, Lamberto Bava y David Cronenberg. Aunque pasó de largo en salas de cine, la película se convirtió en objeto de culto, vía redes sociales.
Continuemos con Terrifier 2, producida con una inversión de 250 mil dólares, generó 15 millones en taquilla. La secuela empieza con la obvia resurrección de Art y el sangriento asesinato del médico forense. Tercera apreciación: Leone está obsesionado con los primeros 10 minutos en cada una de sus películas, lapso de tiempo crucial para cualquier cineasta, pues en este intervalo se presenta a los personajes, establece el tono de la trama y captura la atención del espectador.
Al universo de Terrifier se incorpora Little Pale Girl, cuyo aspecto causa nerviosismo. Su inexplicable aparición acaba desaprovechada y se vuelve irrelevante, Leone solo la utiliza para sacar algunos screamers y asquearnos con espesas excreciones. El confuso encuentro entre Art y Little Pale Girl en la lavandería, queda reducido a relleno efectista. La película podría desarrollarse perfectamente bien con su participación o sin ella.
Cuarta apreciación: Leone atendió las críticas en redes, relacionadas con la falta de historia de los personajes. Así que en la secuela tenemos extensos diálogos entre Sienna Saw (Lauren LaVera) y su hermano (Elliott Fullam), pero los fans no pagaron para escuchar gimoteos, sino para averiguar qué líneas rojas cruzaría Art en esta ocasión.
Apartando delirios oníricos y referencias a Xena, la princesa guerrera, nuevamente sorprende con la ultra violencia de Art y maliciosos gags: las escenas de la tienda y el suplicio de Allie Thompson son los mejores ejemplos de lo anterior. Por cierto, la secuencia en la recámara de Allie es lo más perturbador que he visto en el cine gore-slasher comercial.
Terrifier 2 finaliza con la eterna lucha entre el bien y el mal, encarnados respectivamente en Sienna y Art. La película adolece de agujeros argumentativos y siembra muchas dudas en los espectadores. Termina con otro cliffhanger que anticipa el regreso del mimo infernal.
Así, llegamos a Terrifier 3, realizada con dos millones de dólares, ha recaudado desde su estreno 55 millones. No entraré en muchos detalles, reitero que los fans quedarán complacidos. Lo que sí puedo adelantar es que Art continúa asombrando con su ingenio maligno, repite la dupla de hermanos, Little Pale Girl es sustituida por otro secuaz, algunas escenas rinden tributo al cine clásico de terror y sigue apostando por los efectos prácticos.
Última apreciación: los primeros 10 minutos son terror puro, una abrumadora pesadilla – Leone es un extraordinario director de cortometrajes –, las secuencias del mall y las duchas se desdibujan con la chacota innecesaria de Art, persisten las revelaciones oníricas y dudas originadas por un precipitado lore: ¿Por qué Art entró en estado de hibernación? ¿Cómo justificar que las víctimas previas se transformen en cómplices del mal? No tengo problema si el próximo escenario es San Valentín o el 4 de Julio, pero las preguntas continúan acumulándose. Espero que Leone nos presente una precuela, antes de enviar a Art al espacio, como en su momento ocurrió con Pinhead y Jason.
Insisto, Terrifier 3 es una “aceptable” película de terror, sin embargo, no termina de convencerme. No me malinterpreten, adoro el gore y slasher de los ochenta y noventa, revitalizados con películas como Wrong Turn (Rob Schmidt, 2003), Saw (James Wan, 2004), Hostel (Eli Roth, 2005), o The Human Centipede (Tom Six, 2009) todas con altas dosis de brutalidad, muertes violentas y torturas inimaginables. Gracias a las nuevas plataformas, acceso al cine underground de Marian Dora, o producciones que nunca se exhibieron los grandes circuitos comerciales – Guinea Pigs, filmada por Satoru Ogura en 1985, o The Butcher, realizada por Kim Jin-Won en 2007 –, sin olvidar el nuevo horror argentino, el extremismo francés o el Kaidan Eiga japonés. Quizá por eso, observo con cierta distancia Terrifier, hoy comercializada en videojuegos, funkos y fundas para móvil.
Concluyó recomendando Danse Macabre, un ensayo sobre el terror en el cine y la literatura, escrito por Stephen King en 1981. En este libro “advierte sobre aquellos creadores de estas ficciones que, cuando no son capaces de asustar a los destinatarios de sus obras como es debido, les proponen imágenes que les produzcan asco. Aunque más sinuoso, la repugnancia es un procedimiento para el espanto”.
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Seamos.