LA PLUMA

Acto cuarto: Gemidos de los condenados

Caín Des Tennebres

 

Las noches suelen ser frías al abrigo de las estrellas

Dolor que inspira los versos inconclusos

“pero acaso el sabor de mi sangre no te sirvió”

Resonó en su oído una vos diferente a las otras

 

“ ¿de quien podría tratarse?” se dijeron

“estoy seguro que el sabor de mi carne te ayudo

¿estoy seguro que no olvidaste su sabor

Pues aun recuerdo el éxtasis con el que la ingerías”

 

Supo entonces que se trataba de ellos

Hurgó en su bolsa los cráneos de sus victimas

“así que ustedes también me hablan”

dibujó una sonrisa en sus sucios labios

 

Sujetó con cariño una por una a sus victimas

les dio un hermoso beso a cada una

“los amo porque ustedes me dieron inspiración”

“de nada sirve tu inspiración asesina, psicópata”

 

“ ¿acaso no sentiste pena? Yo solo quise ayudarte”

Era una voz dulce e inocente, lloraba amargamente

“aun siento el cuchillo entrando y saliendo de mis entrañas”

“aun siento tus mordidas mientras agonizaba”

 

Reclaman con amargura odio y dolor los caídos

Mientras el poeta  escribe sus gritos

El dolor de la casi muerte los tiene atados a él

Y él disfruta de su compañía y sus voces ahora

 

“haz enloquecido, monstruo malvado”

Le susurra con dolor la última  afectada

Una indefensa niña que el devoró con avidez

“déjanos descansar en paz, en el cielo o infierno”

 

“no los dejaremos ir nunca” susurra maliciosamente

“su dios y su diablo de mí se burlaron

Con mi dolor, alma y familia jugaron

Eso me empujo a ustedes, y ellos los trajeron a mi

 

Reclámenles a ellos si reclamar algo tienen

En nosotros solo hay amor para ustedes mis versos

Y si me odian a amarme aprenderán

Pues si no lo hacen, en paz nunca descansaran”