Cuando pensamos en películas animadas, la mayoría de las veces nos remitimos a filmes infantiles. Caricaturas, personajes afables y tiernos que funcionan para entretener a los niños pequeños, y más teniendo en cuenta que la producción de Walt Disney, ‘Snow White and the Seven Dwarfs’ (1937), o ‘Blancanieves y los siete enanos’, es considerada como el primer largometraje animado de la historia.

Sin embargo, la realidad es que este envidiable logro es del argentino Quirino Cristiani, quien en 1917 escribió, produjo y dirigió ‘El apóstol’, una película —cuya versión completa se perdió en un incendio en 1926— de 70 minutos que satiriza  al entonces presidente argentino, Hipólito Yrigoyen. 

Años antes, si nos vamos hasta los orígenes, tendríamos que mencionar ‘Fantasmagorie’, un cortometraje de 1908 creado por Émile Cohl a partir de 700 dibujos hechos en una placa de vidrio iluminada; o el primero, ‘The Enchanted Drawing’, de 1900, dirigido por J. Stuart Blackton, donde se ve a un hombre dibujando el retrato de un caballero bonachón con diversas expresiones cómicas que, sorprendentemente, van cambiando o “cobrando vida” a través del papel, al dibujar un sombrero, una copa y una botella que de un momento a otro el dibujante ya tiene en sus manos como objetos tangibles.

Y ese primer trabajo de no más de dos minutos —y que se puede ver en YouTube—, sentó las bases para lo que hoy conocemos como stop motion.

La actualidad del stop motion

Ya en nuestros tiempos, y más en la línea del horror, grandiosos trabajos con esta técnica han llegado a nuestros ojos. Tim Burton y sus mundos oscuros y fantásticos es un gran ejemplo de ello, con producciones como ‘The Nightmare Before Christmas’ (1993) o ‘Frankenweenie’ (2012); la reciente entrega de Netflix, ‘The House’ (2022), con tres fabulosos segmentos dirigidos por cuatro talentos distintos; ‘The Evil Dead’ (1981), de Sam Raimi, con sus borboteantes y aterradoras criaturas; los cortometrajes chilenos ‘Los Huesos’, de Joaquín Cociña y Cristóbal León, y ‘Bestia’, de Hugo Covarrubias, ambos de 2021; y la obra magistral de Guillermo del Toro, con su visión oscura, tenebrosa y enternecedora de Pinocho, de 2022. El stop motion es un arte que enaltece la paciencia y el amor por la animación y por contar historias. No hay duda.

Max Winston: El Ninja del stop motion

A este respecto, y bebiendo de estos manantiales de inspiración, tenemos a Max Winston. Un creativo que lleva más de 12 años dedicando su vida a la animación y producción de stop motion, tanto así que hoy es director de su propia empresa de animación en en esta apasionante técnica, RatBat Studios, y ha trabajado con grandes firmas como Cartoon Network, Disney Consumer Products, Warner Animation Group, entre otros.

Sus trabajos —que por momentos recuerdan a la bizarra ‘Neco z Alenky’ (1988), o ‘Alice’, del director checo Jan Švankmajer— van desde su primer cortometraje como director, ‘I Live in the Woods’ (2009), que recibió una mención honorífica en Sundance, pasando por un corto para el anuncio de servicio público Anti-Bullying de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, coproducido con MaliArts en la CDMX, así como trabajar como animador en capítulos de ‘Uncle Grandpa’ (2010-2017), en 2015; ‘Robot Chicken’ (2001-2022), de 2008 a 2013; ‘SpongeBob SquarePants’ (1999-), en 2012. Recién en 2023 fue director de animación en un capítulo de ‘The Afterparty’ (2022-2023), al igual que director y guionista de su corto ‘Daffy in Wackyland’.

Representaciones surrealistas de mundos distópicos, aterradores, retorcidos que se mezclan al mismo tiempo con utopías luminosas y coloridas. La visión de Max Winston —con su estilo único, ya reconocible— al parecer no tiene límites.