Ya es una práctica malévola que lleva miles de años existiendo. Desde rituales con fines espirituales/religiosos hasta saqueos por motivos económicos. Estas son las principales motivaciones que las personas tienen para cometer dicho acto tan macabro. Sacar los restos de su santa sepultura, de su descanso eterno, es un acto que refleja la época en que surge o se populariza esta práctica. Porque sí, siempre hay personas sacando restos humanos. Pero el detalle es entender por qué lo hacen repetidamente y es ahí donde sabremos el motivo de ello.
Hubo un siglo donde se intensificó esta práctica. En el siglo XVIII, las tumbas eran encontradas abiertas, con el ataúd destrozado y los restos del fallecido desperdigados por doquier. Tanta era la frecuencia que había vigilantes de noche para proteger las tumbas. Pero la paga era escasa y era un trabajo espeluznante para la mayoría de las personas, causando que pocos tomaran este trabajo. El gran motivo era saquear las pertenencias del familiar fallecido, ya que era muy común enterrar al ser amado con ellas para que se las llevara al otro mundo. Pero otras personas vieron una oportunidad ahí.
Esto evolucionó, especialmente en Inglaterra con el auge de la medicina, los avances científicos y las universidades. Necesitaban practicar toda la teoría en un cuerpo humano, entender los músculos, los ligamentos, tendones y órganos de una nueva forma, analizar mejor al cuerpo humano. Pero no muchos donaban al recién fallecido en nombre de la ciencia.
Como ya no era recomendable enterrar objetos valiosos con el fallecido por los saqueos, o si lo hacían, en esta ocasión cerraban las tumbas con rejas para evitar aquellos problemas. Los profanadores de tumbas evolucionaron. Porque ahora ya no había reliquias que robar, no había una fuente de riqueza cerca. Ellos optaron por raptar los cuerpos recién enterrados para después venderlos a las universidades, científicos, médicos, o cualquier persona que necesitara un cuerpo fresco. Y si de paso, tenía alguna joyería o artefacto de valor, se lo quedaban.
Y es ahí donde entra esta gran novela clásica gótica: «Frankenstein». Mary Shelley tomó esta gran problemática que estaba en boca de todos, en los folletines, en los periódicos. Fue una fuerte inspiración para escribir una de sus mejores novelas, ya que es un factor muy importante dentro de la historia. Dio rienda suelta a su imaginación. Y gracias a ello, creó uno de los monstruos más icónicos del género del terror. Cuando uno lee la novela por primera vez, se siente extraño al saber que en esa época profanaban tumbas, pero al entender el trasfondo, el contexto, uno se queda pensando en cómo dentro de la ficción existe algo de la realidad. Después de esta información, si te interesa leer el libro, lo verás con otros ojos y entenderás mejor muchas cosas macabras que pasaban antes e incluso ahora.
(Existen miles de ediciones en el mercado, pero esta es la más accesible y con la mejor traducción que hay en este momento).
Título: Frankenstein
Autor: Mary Shelley
N. De pág: 296
Editorial: Austral