La tercera entrega de Muñeco diabólico nos trae a un Andy Barclay (Justin Whalin) ya crecido y da un giro importante a la historia, asumiendo sin tapujos que la saga no es exactamente de terror, sino que su vertiente cómica es la que marca la diferencia, pero, eso sí, sin renunciar a su esencia. ¿Qué problema tiene esto? Que se hizo con meses de diferencia, muy apresurada. En tan solo 6 meses después de la segunda se estrenó esta tercera, sin tiempo ni presupuesto por parte de Universal para hacer un producto mejor. Es por ello que muchas ideas se quedaron en el camino, algunas recuperadas más adelante, como por ejemplo, un ejército de Chucky’s debido a que todos los muñecos salían del mismo tanque plástico que al inicio de la película se mezcla con la sangre del muñeco destruido en la anterior entrega. Tenía todo el sentido… Pero las prisas de la productora… obligaron a hacer un guion más simple.

Dicho esto, situar la película 8 años después de la anterior, con un Andy más adolescente (y otro actor), cuando solo han pasado unos meses entre el estreno de una peli y otra, jugó en contra de la película. No dio tiempo a que el espectador reposara la anterior magistral entrega y entre eso y que el guion es muy inferior, se convirtió en la más floja de la trilogía original, que no la peor, y el público, no la aceptó en aquel momento. También afectó la polémica de unos niños que asesinaron a otro supuestamente influenciados por la película, que después se demostró que ni si quiera la habían visto, pero en su momento…la peli sufrió un pequeño boicot.

Su director, Jack Bender, realiza aquí una de sus pocas incursiones en el largometraje. Habitual director de episodios de series (Perdidos, Los Soprano, Falcon Crest, Alias…) y colaborador de J.J. Abrams, Bender se pone tras las cámaras para dar forma a la última película de la trilogía original de Chucky. Su trabajo es bastante bueno, aunque hay que reconocer que la mayor parte del mérito es de Don Mancini, que escribe un guion que no tiene demasiada chicha, pero en la que todo cuadra a la perfección. La academia militar permite a Bender crear algunas escenas “bélicas” y jugar con ellas con un elemento nada común como es un muñeco endemoniado y aunque estaba pensada para que un ejército de muñecos asesinos la liara allí, lo salvaron bastante bien.

Mira quien habla ahora…o mejor, no mires.

Gracias a eso, Chucky (Brad Dourif) se suelta la melena y se ve su lado más macabro, cercano al de Freddy Krueger (Robert Englund) en ocasiones y que da tantísimas posibilidades a la hora de divertir al espectador sin necesidad de centrarse en el género de terror ni en el de humor. Gracias a que la película es en todo momento autoconsciente, esa mezcla no se convierte en un problema para ella y sí en todo un acierto.

Justin Whalin se parece tanto a Alex Vincent como un perro a una farola. ¿Tan difícil era encontrar un actor que tuviese algún rasgo del Andy joven? Porque si me dices que Whalin físicamente no se parece, pero borda su papel, pase, pero es que lejos de eso lo que hace el chico es una pésima labor, no por culpa de él, sino de como está escrito el Andy de esta entrega, un chico mucho más cobarde que en las anteriores entregas, más teniendo en cuenta que ya acabó con el muñeco dos veces antes de niño, que sea así ahora, no encaja. Perrey Reeves, disfruta de ese personaje femenino de carácter fuerte que tanto gusta cuando se encuadra una historia dentro de algún tipo de cuerpo militar, se convirtió, junto con Christine Elise de la segunda entrega, en una de las final girl favoritas de la saga. El joven Jeremy Sylvers es el mejor del reparto de lejos, pese a ser el más joven. Parece que el chiquillo entiende a su personaje mucho mejor que otros que le sacan diez años. Tiene huevos la cosa, ¿no? A Travis Fine le sobra con su apariencia para interpretar a un personaje que le es tremendamente sencillo.

Nominada a Mejor Película de Terror (Child’s Play 3) y Mejor Interpretación de un actor/actriz joven (Justin Whalin) en los Premios Saturn 1991.

Nominado a Mejor Actor de Reparto (Andrew Robinson) en los Fangoria Chainsaw Awards 1991.

En este caso, la banda sonora esta compuesta por John D’Andrea y Cory Lerios, una música acorde a la temática militar de la película que funciona bien, aunque no es de mis partituras favoritas.

 

Tras su nacimiento y su segundo encuentro con Andy, se cierra la trilogía con Chucky en la academia militar, de nuevo, buscando a Andy. Tres películas claramente diferenciadas, pero que no pierden nunca el respeto por el espectador ni por sí mismas. El final dentro de la atracción de feria se debe destacar, pues intenta emular al final en la fábrica de muñecos de la segunda entrega, salvando las distancias y sin tanta épica, pero es una gran escena final que eleva el film, así como algunas de las macabras muertes / ideas del muñeco en esta entrega, como cambiar las balas de pintura por balas reales, la muerte del peluquero, o incluso, su propia muerte por un ventilador gigante que indicaba el final de Chucky para siempre ¿O no?

CONTINUARÁ

NOTA: ★★★ (6/10)