El director norteamericano E. L. Katz —quien ha dirigido ya largometrajes, mediometrajes y capítulos de series para TV, como en ‘The Haunting of Bly Manor’ (2020) o ‘Scream’ (2016)—, nos trae esta coproducción entre Estados Unidos y Estonia, ubicada en un futuro postapocalíptico, para ser más precisos, tiempo después del llamado “arrebatamiento” o “rapto” en la mitología cristina.

‘The Haunting of Bly Manor’ (2020)

‘Azrael’ (2024), en este contexto, nos muestra la dinámica de un grupo de supervivientes que se divide en dos, una mujer —la siempre brillante Samara Weaving— y su pareja, y los miembros de un culto que cazan personas para sacrificarlas como ofrenda a criaturas demoníacas que deambulan por los infinitos bosques.

El filme, cuya principal característica es que carece completamente de diálogos —porque «hablar es pecado»—, se desarrolla de forma ágil y llena de acción, así como llena de sangre y criaturas muy similares a zombies, pero más sanguinarios. Las interpretaciones lo son todo en esta película, y si bien Weaving siempre se luce con sus gritos desgarradores, en esta cinta son sus gestos, movimientos, acciones y reacciones lo que destaca.

Sin embargo, —a pesar de la premisa y de todo lo anterior— la historia no termina de atrapar. Los personajes toman decisiones ridículas, pareciera que a pesar de que el mundo entero fue asolado por el armageddon, el bosque mide sólo las mismas dos hectáreas donde se desarrolla la historia y donde los mismos protagonistas pareciera que deciden quedarse, todo lo relacionado al culto se siente como un pretexto para darle más matices a la historia, y al final, todo se resuelve de forma muy simple y un tanto obvia. 

Apelando nuevamente al terror sensorial, creo que cada vez más esta fórmula se irá desgastando, si no logra reinventarse como bien lo ha logrado el found footage.